Hasta hace relativamente poco tiempo, si queríamos consultar cualquier asunto relacionado con la legislación, la jurisprudencia, la doctrina o cualquier duda bibliográfica, teníamos que coger uno de esos enormes volúmenes y armarnos de paciencia hasta que conseguíamos encontrar lo que andábamos buscando.

No cabe duda que el tacto del papel impreso tiene su encanto y que incluso muchos juristas prefieren continuar con lo que ellos llaman "el sistema tradicional". Pero creo que esto es más por miedo a enfrentarse al reto de las nuevas tecnologías - aunque de una forma menos exagerada que cuando hablamos de programas de gestión de bufetes - que por una cuestión práctica, ya que los nuevos sistemas de documentación para juristas consiguen hacer más comodo todo lo relativo a las consultas que siempre hay que llevar a cabo.

Esto es así, y por ello las principales editoriales de Derecho, aún manteniendo sus publicaciones impresas, se han subido rápidamente al carro de la informática, tanto editando sus libros y bases de datos en soporte como el CD-ROM (desde hace relativamente poco tiempo) o con la puesta on-line de su información (en España desde los años ochenta).

Esta nueva forma de documentarnos está llena de ventajas, puesto que la busqueda que hacemos en un libro siempre es lineal, de una página a otra, ayudándonos como mucho con un índice. Con estas modernas herramientas, podemos hacer nuestra consulta por cientos de criterios distintos, ya que permiten incluso la combinación de distintos campos. De esta forma podemos elegir la forma  de búsqueda que deseemos, mas o menos, para hallar la información pertinente.

Son habituales, también, el empleo de operadores lógicos booleanos tales como y, o, no y xor.

Cualquiera que haya utilizado alguno de los motores de búsqueda que existen en Internet como Google, Yahoo! o Altavista, por nombrar a los más populares, podrá hacerse rápidamente una idea de lo que estoy contando.

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